martes, 31 de marzo de 2009

Madre me habló de su abuela

Por la tarde, Madre sigue el ritual de la merienda con devoción. 
Cuando vuelve del colegio, a eso de las cinco, pone el mantel para que cubra toda la mesa, pone platos de postre, tazas con sus platitos, mermeladas de todo tipo: de tomate y durazno y de higos, que mandó mi abuela del campo; otra de ciruela que hizo ella misma; y otra artesanal de frutillas que compró en el supermercado. También coloca en el centro la caja de te, que tiene seis compartimientos, y la botella de leche al lado de la azucarera plateada. El queso crema, las cucharitas, los cuchillos. Y las tostadas que acaban de saltar en al tostadora. Las servilletas marrones que hacen juego con el mantel color mostaza. Todo pone. Y hablamos

Cuando yo era chica vivía con la abuela vasca en la casa de Quemú. Durante todo el colegio primario viví con ella, y todos los fines de semana me volvía al campo con mamá y papá. 
Yo ahora de grande pienso que la abuela me enseñó a ser independiente. Fijate que ella no se levantaba con el tío y conmigo a la mañana temprano, para ir al colegio. Ella se despertaba y se quedaba en la cama, y de ahí me hablaba. "No te quedes dormida", me decía desde el otro cuarto. Yo me levantaba sola y hacía la leche para mí y para el tío. "Fijate que no se 
te rebalse la leche que se va a manchar la cocina", decía desde la pieza. Hacíamos todo solos, nos vestíamos y desayunábamos, y después nos parábamos los dos al lado de su cama. Ella nos miraba de arriba a abajo para ver si nos faltaba algo. Y después nos íbamos con el tío caminando hasta la escuela. 
Yo ahora de grande pienso que ni loca los dejaba a ustedes solos. Siempre me levanté a hacerles la leche. Pero la abuela vasca era así. Ella era muy estricta, pero todos la queríamos muchísimo. Mi primo Hugo, que me lleva doce años y fue el primero en irse a vivir con ella, es adoración que tenía por la abuela. 
Cuando yo volvía del colegio, a la tarde, llegaba con un hambre terrible. Y la abuela siempre tenía preparado -nunca me voy a olvidar- la mesa de la merienda. ¡De todo había! A veces hacía alfajorcitos de maicena y ponía la pila en la mesa. O comía pan con manteca y mermelada o dulce de leche. A veces también compraba facturas y las cortaba en dos antes de ponerlas en la mesa. Todo eso estaba listo cuando yo llegaba de la escuela. 
También me enseñaba a cocinar. Pero no te creas que me dejaba hacer mucho, no. Porque ella era muy prolija para cocinar, muy ordenada, y no me dejaba meter mano. Yo me paraba al lado y miraba cuando ella hacía alfajorcitos. Después me dejaba ponerles dulce de leche. 
A la noche había horarios que siempre se respetaban. No teníamos televisión, así que de ocho a nueve la abuela escuchaba el radioteatro de los Pérez García. Después cenábamos y a las nueve y media nos teníamos que acostar. Y dos o tres veces por semana, después de esa hora, venía la vecina de al lado a jugar al chinchón con la abuela. 
Y si, yo estaba lejos de mi mamá, pero no era algo que me amargara. A mi me encantaba vivir con la abuela. Después, cuando terminé la primaria, me fui a Santa Rosa, de pupila al colegio de monjas. 


Mi abuela (mamá de Madre) con sus padres, los abuelos vascos.
Tibidabo (Barcelona) - 24 de septiembre de 1953

5 comentarios:

malena dijo...

Esas charlas son lo más. Y está buenísimo registrarlas. Y qué bueno lo de la foto.

Debora Eder dijo...

Muy lindo, princesa.
Te felicito por elegir crecer.
Debora.

Pili dijo...

Muy lindo lo que escribiste Mari:-)
Tal cual como siempre lo cuenta mama.

Pili.

Adriana dijo...

Madre olvidó comentarte el 'ritual' de lustrarse los zapatos pero tenemos dos mudos testigos de ese momento en el living de casa....Los banquitos mellizos...Ellos te pueden contar alguna que otra cosa que recuerden con olor a betún Wellington...
Hermosa tu historia con profundo aroma a merienda....Me encantó!!!!! MB

Unknown dijo...

Me consta cada cosa de escribiste porque tengo la suerte de pertenecer a la familia.Adoraba a la "Tía Baska". Te felicito por marchar hacia adelante sin olvidar mirar hacia las raíces...encontrarás a nuestros viejos amados en tus hijos y tus nietos.
Otra: tenés una suerte bárbara de tener la madre que tenés. Un abrazote y dale con el blog así disfrutamos todos. Besotes Cely