martes, 25 de agosto de 2009

Niños que no duermen

Recién soñé. Pero tenía los ojos abiertos, qué raro. (No, no es raro, me pasa seguido.) Estaba durmiendo en mi cama y escuchaba un ruido terrible. Una bala había roto mi ventana y se dirigía a mi frente. De pronto se detenía. Se le abría una boca y me empezaba a hablar. “Deberías dormir”, aconsejaba. (Qué bala de mierda.) Me hizo acordar a esa vez en la casa del campo. Yo era chiquita. Estaba durmiendo en el cuarto del fondo y de pronto me despertaba un escándalo de botas contra el piso de madera. Me levanté a ver qué pasaba. Mi abuelo, mi tío, mi papá entraban a la sala y tomaban los rifles de la pared. Yo pensaba que eran decorativos. “Hay un zorro en el cuadro del molino”, dijo uno. Me fui de vuelta a la cama. Me dio miedo que alguien usara esas armas. Durante un largo rato, hasta que me dormí, escuché los disparos. Me imaginaba zorros con la cabeza partida en dos, el hocico chorreando sangre de oveja. De tanto en tanto me despertaba un tiro, que se me hacía cercano. Me paralizaba la idea de que uno atravesara mi ventana y se enterrara en mis sesos.

1 comentario:

mara dijo...

Este es un fragmento de un cuento que escribí hace un tiempo, "Dormir sola una noche".